martes, 9 de junio de 2015

El cerebro adicto

La visión que hoy en día la sociedad tiene de la adicciones en realidad no está muy lejos de lo que se pensaba décadas atrás, la única diferencia es que hoy en día contamos con diversos tratamientos a los que se puede recurrir para recuperar la salud.

En la década de los 30’s la ciencia comenzó a estudiar la conducta adictiva, ya que se consideraba un problema moral y de falta de voluntad, por lo que en lugar de diseñar acciones preventivas y terapéuticas, se etiquetaba negativamente a los adictos. Hoy en día sabemos que es una enfermedad y se sabe cómo tratarla, aunque no se consiga la cura definitiva, el tratamiento incrementa la calidad y la duración de la vida
El objeto de la adicción puede variar, pero la respuesta al uso de todas ellas es muy similar, porque provocan la misma reacción en la química del cerebro. 
La Doctora María Elena Medina Mora Icaza, quien es hoy en día la Directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EU (NIDA), observó en imágenes cerebrales  la influencia de las drogas sobre diversas zonas del cerebro y encontró la causa física de la dependencia de sustancias como la cocaína y los opioides, lo que llevó a entender porque los pacientes aunque quisieran, no podían dejar las sustancias por sí solos, sino que realmente necesitan tratamiento, ya que el consumo de drogas modifican la estructura y el buen funcionamiento cerebral.
El Dr. Rubén Baler científico de la salud de la oficina de Políticas Científicas también del NIDA, explica que la adicción es una enfermedad que progresa por etapas, en la primera las personas utilizan sustancias para alcanzar la euforia que brindan, el cerebro empieza a adaptarse a ellas y aparecen los primeros signos de dependencia como por ejemplo:

Consumir la droga de manera regular
Imposibilidad de dejarla
Gastar más de lo que se tiene
Extralimitarse para conseguir la droga (incluso robar)
Sentir que se necesita la droga para funcionar cotidianamente

El cerebro es una de las partes del cuerpo más complejas y delicadas. Del cerebro dependen los sentimientos, la manera de pensar, nuestro mundo interior y la capacidad de relacionarnos con otras personas. Las drogas inciden de manera directa sobre él e interfieren en su funcionamiento.
Las drogas actúan sobre el sistema límbico, que está en la parte más interna del cerebro, y provocan una sensación artificial de placer. 

Cuando se abusa de la drogas se dañan zonas del cerebro que controlan el ritmo cardiaco, la respiración y el sueño; la corteza cerebral donde se procesa información y nos permite pensar, planear, resolver problemas y tomar decisiones.


Si bien las drogas son compuestos ajenos al organismo humano, tienen la capacidad de afectar a las neuronas y, a través de ellas, a la percepción y producción de emociones debido a su semejanza química con los neurotransmisores, sustancias que realizan la ‘comunicación’ entre neuronas que, precisamente, permiten experimentar sensaciones (alegría, energía, bienestar y tranquilidad), las cuales se excitan al consumir psicotrópicos

El ritmo de vida al que estamos expuestos, la manera en la que debemos enfrentar el día a día, las responsabilidades, el estrés, la economía y de más situaciones que vivimos nos llevan de una u otra manera a buscar un tipo de recompensa que nos provoque un momento de paz, relajación tranquilidad y nos permita escapar de la cotidianidad y la presión de todos los días. La realidad es que tiene mucho que ver con la manera en la que logramos enfrentar nuestras presiones y responsabilidades.
Afortunadamente al estudiar la conducta adictiva, se ha observado que la influencia de las drogas modifica la química del cerebro, lo cual permite que éstas sean tratadas como una enfermedad. Así entonces la imagen de una persona con adicciones puede verse reivindicada y la sociedad podemos dejar de verlos como marginados.

¿PORQUE ES TAN FÁCIL PARA NUESTRO CEREBRO RECIBIR LAS DROGAS?

Nuestras células nerviosas se comunican por medio de sustancias químicas llamadas neurotransmisores que llevan un mensaje entre ellas. Una neurona libera el neurotransmisor, que cruza un espacio interneuronal, conocido como sinapsis y se adhiere a un receptor (una proteína) en otra neurona, embonando como una llave en una cerradura.
La estructura química de drogas como la mariguana y la heroína es tan similar a la de un neurotransmisor natural, que los receptores las aceptan como si fueran el neurotransmisor. Otras drogas como las anfetaminas y la cocaína, hacen que se produzca una cantidad excesiva de neurotransmisores naturales o evitan que el organismo recicle el exceso de éstas sustancias, por lo que el mensaje interneuronal se intensifica, impidiendo una comunicación adecuada.

La cocaína se administra por inhalación, inyección o ingestión. Una vez que llega al cerebro genera notable cambio en el estado de ánimo que se caracteriza por intensa satisfacción, gran nivel de energía, enorme confianza, excesivo deseo de acercamiento con los demás y poco apetito. No obstante, al terminar su efecto se experimenta lo opuesto, es decir, depresión, irritabilidad y cansancio, por lo que para volver a sentirse bien se requieren sucesivas dosis.
La cocaína permite que el neurotransmisor dopamina (participa en el control del movimiento y manejo de la depresión) prolongue la comunicación entre neuronas. Para comprender lo que sucede hay que tomar en cuenta que cuando una célula nerviosa ‘quiere enviarle un mensaje’ a otra, libera cierto neurotransmisor (en este caso la sustancia referida), el cual interactúa con proteínas llamadas receptores. Cuando la otra neurona ‘recibe’ la información necesaria, tal enlace debe cesar, proceso que se efectúa con ayuda de elementos denominados transportadores, encargados de detener la ‘conversación’ neuronal.
Los transportadores se encargan de recoger a los neurotransmisores “sobrantes”, a la vez que los reincorporan a la neurona que los segregó para que ésta vuelva a utilizarlos cuando sea necesario. Sin embargo, la cocaína es tan parecida a la dopamina que el transportador se “confunde” y captura las moléculas de la droga, pero “deja libre a la dopamina, lo que estimula a las neuronas durante un periodo más prolongado”, generando un estado de euforia e hiperactividad característico.
Por otra parte, las anfetaminas son sustancias que no se encuentran en la naturaleza, sino que fueron creadas en el laboratorio a partir de investigaciones destinadas a buscar un compuesto que reemplazara a la efedrina. Sin embargo, se observó que tenía acción anoréxica y su administración se generalizó como tratamiento para bajar de peso en la década de 1950.
Sus efectos son similares a los de la cocaína, pues actúan a nivel de los centros reguladores del sueño y apetito; asimismo, los cambios en la conducta del usuario también son muy parecidos. Afectan la función de la dopamina manteniendo activa por más tiempo la comunicación entre las neuronas del circuito del placer del cerebro, por lo que generan estado de euforia. Cuando las células nerviosas ‘se dan cuenta’ que hay gran cantidad del neurotransmisor señalado dejan de liberarlo, por lo que al terminar el efecto de la droga se genera necesidad de volver a consumirla.
El grupo de opiáceos incluye a la morfina y la heroína, que se caracterizan por llegar más rápido al cerebro. La primera funciona como analgésico (combate el dolor) y generador de euforia, debido a que actúa sobre cierto receptor existente en el organismo humano que desencadena gran placer y sensación del deber cumplido, por lo que es altamente adictiva.
Los estudios acerca de las acciones de la morfina condujeron al descubrimiento de importante grupo de neurotransmisores llamados neuropéptidos, algunos de los cuales, denominados opioides tienen la función natural de controlar el dolor y participar en la generación de sensaciones naturales de alegría, tales elementos se conocen como endorfinas. Ahora bien, si el individuo consume dicha droga su organismo deja de producir las ‘morfinas naturales’, y en el momento que el consumo cesa los circuitos a cargo del control del dolor no funcionan de manera adecuada.
Respecto a la heroína, interactúa igualmente con los receptores que controlan el dolor pero, al mismo tiempo, se conecta con neuronas unidas por vías nerviosas al circuito del placer.
Los efectos de la marihuana, varían mucho de una persona a otra, lo que depende de la cantidad administrada, expectativas del sujeto y grado de resistencia. Sin embargo, generalmente la consecuencia más común es una sensación placentera y de bienestar, incremento en la calidad de la percepción auditiva y visual, así como mayor satisfacción durante las relaciones sexuales.
A pesar de toda la información que existe hoy en día a cerca del daño que causa el consumo de drogas, es increíble la cantidad de personas que aún siguen pensando que, la marihuana es una droga totalmente inocua por el uso que se le da en algunos tratamientos terapéuticos, sin embargo sabemos que muchos medicamentos que se utilizan en algunos otros padecimientos provocan adicción y a la larga o con el mal uso de éstos pueden afectar la salud, lo mismo sucede con la marihuana.
A diferencia de otras drogas, la marihuana no genera síndrome de abstinencia orgánica, es decir, al interrumpir su consumo no hay alteraciones fisiológicas notables, aunque es posible que exista cierto grado de dependencia psicológica, lo que significa que el individuo siente necesidad de consumirla.
Las drogas alucinógenas, como su nombre lo indica, se caracterizan por provocar alucinaciones visuales y percepción distorsionada del tiempo y espacio, así como exageración de sentimientos de generosidad y actitudes extrovertidas. “Incluyen ciertas variedades de hongos que actúan sobre el neurotransmisor serotonina (encargado de regular el estado de ánimo), ya que producen sustancias químicas parecidas.
Algunas drogas alucinógenas no se encuentran en estado natural, sino se obtienen como resultado de investigaciones en Farmacología orientadas a descubrir compuestos con efectos utilizables en Psiquiatría. Tal fue el caso del LSD, que deriva su nombre de las siglas en inglés de su estructura química: dietilamida del ácido lisérgico, cuya conformación es muy semejante a la serotonina, por lo que puede interactuar con los receptores de este neurotransmisor.
Respecto a los inhalantes, es sabido que algunos solventes volátiles, como el thiner, también ocasionan ciertos efectos psicoactivos.  A pesar de que no se sabe muy bien cómo actúan en el circuito del placer, tenemos conocimiento de que dan lugar a alteraciones físicas bien identificadas: estas sustancias son solventes de grasas y, en consecuencia, deshacen las membranas de las neuronas, ocasionando su muerte.
En algunas conferencias informativas que se proporcionan en centros de rehabilitación, se informa que la adicción a la marihuana es una de las más difíciles de tratar ya que la substancia activa de la marihuana (El compuesto químico psicoactivo predominante en el cannabis es el tetrahidrocannabinol, también conocido por sus siglas, THC) El cannabis contiene más de cuatrocientos compuestos químicos diferentes, entre ellos al menos sesenta y seis cannabinoidesaparte del THC, tales como el cannabidiol (CBD), el cannabinol (CBN) o la tetrahidrocannabivarina (THCV), que tienen efectos distintos a los del THC, y también actúan en el sistema nervioso,  se adhieren al cerebro y cuando menos tardan un año en ser eliminados del cuerpo.

¿PORQUE SE DESARROLLA LA “TOLERANCIA” A LAS DROGAS?

Existe un neurotransmisor en nuestro cerebro llamado dopamina, éste tiene un papel fundamental en las sensaciones de placer. Y las drogas actúan de manera que producen una sensación mayor de la que ocurre en situaciones naturales de recompensa. La Dra. Medina Mora explica que el cerebro pierde la capacidad de sentir placer por las recompensas naturales, pues se acostumbra rápidamente a las dosis masivas. La dopamina que se produce al consumir drogas reduce la producción natural, por lo que el cerebro cuando falta la dopamina suficiente la persona deja de disfrutar cosas naturalmente placenteras, lo que conduce a la depresión y a la apatía. 

La tolerancia se produce cuando una persona consume una droga de una forma continuada y su organismo se habitúa a ella. Como consecuencia, se desarrolla un proceso psicológico y físico que hace necesario aumentar la dosis de forma progresiva para conseguir los mismos resultados o efectos. También hablamos de tolerancia como la cualidad de una sustancia de que con el uso continuado y con la misma dosis, produce un efecto cada vez menor.

Existen dos subtipos: la tolerancia cruzada,que implica que cuando una persona ha desarrollado tolerancia a una droga, la hace extensiva también a todas las drogas de su mismo grupo farmacológico o similares, y la tolerancia inversa, que se da cuando con una dosis menor conseguimos el mismo o mayor efecto.

Por otro lado, la dependencia física es el estado de adaptación del organismo que necesita un cierto nivel de presencia del fármaco o sustancia para funcionar normalmente; la dependencia psicológica es el estado de adaptación que impulsa a la persona a consumir una nueva dosis para experimentar los efectos del placer y evitar el malestar derivado de la privación, y por último, la dependencia social se manifiesta como la necesidad de consumir una sustancia como manifestación de pertenencia a un grupo social que nos proporciona signos de identidad.


“El cerebro se adapta a los altos niveles de dopamina y el individuo tiene que usar más y más droga para obtener el mismo efecto” añade Rubén Baler. Es decir, se desarrolla tolerancia a la droga. Quien ha llegado a ésta etapa, la falta de droga provoca el síndrome de abstinencia, con síntomas como; ansiedad, irritabilidad, náuseas, insomnio, episodios de sudoración, temblores y psicosis, y puede llevar a la muerte.

¿CUÁLES PUEDEN SER LOS FACTORES DE RIESGO?

Como todo lo que influye en nuestra salud física y mental, la propensión  a las adicciones proviene de varios factores como; biológicos, ambientales, sociales, culturales y dietéticos. Todo dependerá del entorno, si en el entorno no se usan drogas, si compañeros y amigos no las consumen, será muy improbable que el individuo desarrolle adicción simplemente porque existe una interacción positiva entre la parte biológica y ambiental.
El Dr. Baler indica que algunas personas pueden ser más vulnerables, pues tienen un riesgo mayor de desarrollar una conducta de abuso de sustancias y pueden ser:
* Las personas proclives a conductas de riesgo o a la búsqueda de novedades
* Las que presentan conducta agresiva temprana
* Las personas con habilidades sociales deficientes
* Quienes tienen ausencia de supervisión paterna
* Compañeros/amigos que abusen de sustancias
* La disposición de la droga
* Y la pobreza

Hay muchos factores que pueden aumentar el riesgo de una persona para el abuso de drogas. Los factores de riesgo pueden aumentar las posibilidades de que una persona abuse de las drogas mientras que los factores de protección pueden disminuir este riesgo. Es importante notar, sin embargo, que la mayoría de las personas que tienen un riesgo para el abuso de las drogas no comienzan a usarlas ni se hacen adictos. Además, lo que constituye un factor de riesgo para una persona, puede no serlo para otra.

Dicho de otro modo, se consideran factores de riesgo "todas aquellas condiciones físicas, psicológicas, sociales y culturales, que hacen más probable que una persona se inicie en el consumo de drogas".
Los factores de riesgo se pueden dividir en estos grupos: los individuales, familiares, sociales y culturales.
Factores individuales: Baja autoestima, altos niveles de angustia, altos niveles de depresión, baja percepción del riesgo de consumo, curiosidad, baja aceptación o rechazo entre el grupo, problemas escolares, estrés prolongado, sentimientos de soledad, enfermedad psíquica (depresión, esquizofrenia), etc.
Factores familiares: Altos niveles de tensión o malestar familiar, violencia familiar, distanciamiento afectivo de los padres, comunicación hipercrítica, pérdida de respeto, falta de límites o límites confusos, etc.
Factores sociales: Estrés psicosocial, desempleo y pobreza, falta de redes de apoyo en los jóvenes, disponibilidad de drogas, falta de alternativas en el tiempo libre, imitación de estereotipos sociales (modelos de triunfo), etc.
Factores culturales: diferentes enfoques, percepciones y creencias de las drogas en los distintos grupos étnicos, significados de la masculinidad y la feminidad diferentes según la cultura de origen, falta o exceso de poder en el nuevo lugar de residencia, normas de conducta diferentes en la cultura de origen, diferentes significados en relación al uso y abuso de sustancias psicoactivas, costumbres, etc.
Si bien la propensión a las adicciones proviene de factores genéticos según los estudios realizados también es totalmente cierto que, la influencia social y la información juegan un papel muy importante en éste tema.

Si hablamos un poco de la población en riesgo, naturalmente tendremos que hablar de los adolescentes ya que están en una etapa de su vida en la que están experimentando la vida misma y la influencia de su entorno es algo que bien podría ponerlos en riesgo o bien llevarlos a experimentar cosas saludables como un deporte distinto que practicar, un reto académico que enfrentar, etc. Pasar esta etapa de su vida que por sí misma es difícil imaginemos con la presión de llevar una adicción a cuestas. Mejor acompañarlos en esta etapa de su vida de cerca y con la mayor cantidad de información, de tal manera que no se convierta para ellos en un tabú o en lago morboso que pudieran hacer como reto social.

ACEPTACIÓN SOCIAL

Según la Dra. Medina hay sustancias que por sí mismas son muy adictivas; por ejemplo la heroína, desde que se usa por primera vez provoca una modificación estructural del cerebro. Otras sustancias adictivas como el alcohol, el tabaco y la benzodiacepina (medicamento psicotrópico que actúa sobre el sistema nervioso central) producen dependencia rápidamente en las personas propensas.
Para que se desarrolle una adicción importa lo adictiva que sea la droga, su disponibilidad y aceptación de la sociedad, por ejemplo entre los humanos hay tres veces más adictos a la nicotina que a la cocaína y esto tiene que ver con que es más fácil de adquirir y su consumo es más aceptado por la sociedad. En el caso del alcohol, otra droga de fácil acceso y con amplia aceptación social, y más del 10% de las personas que beben desarrollan la dependencia. Uno de sus síntomas es el aumento de la tolerancia.

El tabaquismo es una enfermedad grave que requiere cuidados individuales y comunitarios en la población desde la edad escolar. Urge despertar la conciencia social y mantener el interés por cuidarse, al grado en que lo han advertido quienes por ello han perdido salud y bienestar. Los profesionales de la salud dan testimonio de las enfermedades, miserias y muerte; no pueden renunciar a dar el ejemplo pertinente en cuanto a cuidado. Además, hay otras profesiones que también deben estar involucrados. Es necesario innovar estrategias, investigar al detalle y ensayar acciones-costo efectivas. Hay que atender las implicaciones del cambio con fines preventivos: hacer ajustes al concepto donde se acepte el tabaquismo como enfermedad debida a una conducta desviada, individual y colectivamente; atender los riesgos como enfermedad social e innovar estrategias de promoción de la salud y bienestar desde el punto de vista de la idiosincrasia. La participación conjunta de la comunidad tiene sus ventajas. Bajo el entorno de armonía y buena voluntad es más probable conseguir la meta que sin contar con éstos.

Fumar es una adicción, una conducta aprendida y una dependencia social. Una visión completa del problema del tabaquismo puede ayudarnos a comprender definitivamente por qué fuman las personas. 

La nicotina, presente en el tabaco, es una sustancia química potente que produce placer, aumenta la atención, disminuye el hambre, mejora el estado de ánimo y calma los síntomas de abstinencia de la nicotina. Además, puede actuar como estimulante y relajante. 

La nicotina llega en 7 segundos desde los pulmones al cerebro y se une a distintas zonas cerebrales. Un fumador promedio repite este proceso unas 200 veces cada día (73.000 fumadas al año) y esto le conduce a la adicción al tabaco. Entre las evidencias que demuestran que fumar es una dependencia están que más del 90% de los fumadores fuman diariamente, que los síntomas de abstinencia al tabaco se calman cuando se administra nicotina, y que existe dificultad para su abandono con recaídas frecuentes.

LA ADOLECENCIA

“Toda la parte del cerebro que es responsable del juicio, raciocinio y control de la conducta se desarrolla hasta los veintitantos”, explica la Dra. Medina. Como los adolescentes suelen tomar decisiones a partir de las emociones y no del juicio y raciocinio, es más probable que abusen de las sustancias.
La adolescencia es una etapa en la que se desarrollan todas las conexiones y exponer el cerebro a las drogas a esa edad tiene consecuencias mucho más dañinas.

Es común el experimentar con el alcohol y las drogas durante la adolescencia. Desgraciadamente, con frecuencia los adolescentes no ven la relación entre sus acciones en el presente y las consecuencias del mañana. Ellos tienen la tendencia a sentirse indestructibles e inmunes hacia los problemas que otros experimentan. El uso del alcohol o del tabaco a una temprana edad aumenta el riesgo del uso de otras drogas después. Algunos desarrollarán una dependencia, usarán drogas más peligrosas y se causarán daños significativos a ellos mismos y posiblemente a otros. 

La adolescencia es el tiempo de probar cosas nuevas. Los adolescentes usan el alcohol y las otras drogas por varias razones, incluyendo la curiosidad, para sentirse bien, para reducir el estrés, para sentirse personas adultas o para pertenecer a un grupo. Es difícil él poder determinar cuáles de los adolescentes van a desarrollar problemas serios. Los adolescentes que corren el riesgo de desarrollar problemas serios con el alcohol y las drogas incluyen aquellos:
con un historial familiar de abuso de substancias,
que están deprimidos,
que sienten poco amor propio o autoestima, y
Que sienten que no pertenecen y que están fuera de la corriente.

PROBLEMAS MENTALES Y VULNERABILIDAD

Otro grupo de riesgo está formado por las personas que tienen algún tipo de padecimiento mental, como bipolaridad o esquizofrenia, existe un gran porcentaje de comorbilidad, es decir, la presencia de dos trastornos simultáneos: la adicción y una enfermedad mental, afirma el Dr. Baler. Aproximadamente el 60 % de las personas con problemas de abuso de sustancias también tiene una enfermedad psiquiátrica.
Es importante identificar lo más pronto posible a la gente que padece enfermedades psiquiátricas o, en general, que es más vulnerable a caer en adicciones.

La alta tasa de comorbilidad entre los trastornos por consumo de drogas y otras enfermedades mentales requiere de un enfoque integral que identifique y evalúe a ambos trastornos. Consecuentemente, cualquier persona que busca ayuda para una toxicomanía u otro trastorno mental, debería ser examinada y tratada para ambos trastornos simultáneamente.
Existen varias terapias conductuales prometedoras para el tratamiento de los trastornos comórbidos. Se pueden ajustar estos enfoques para tratar a los pacientes de acuerdo a su edad, la droga específica que consumen y otros factores. Algunas terapias han mostrado ser más eficaces para tratar a los adolescentes mientras que otras han mostrado mayor eficacia en el tratamiento de adultos; ciertas terapias están diseñadas para las familias y los grupos, mientras que otras lo están para las personas individuales.

CONSECUENCIAS

Todas las adicciones pueden tener graves consecuencias para la salud y las relaciones humanas y, por tanto, para el bienestar personal, familiar y social.
Siendo adicto se corre el riesgo de sufrir o infligir a otras personas algún daño no intencional, o de incurrir en actos de violencia o delitos por influencia de las drogas o de la abstinencia. La Dra. Medina señala que “las drogas también son un problema social con muchas facetas porque tener un adicto en la familia la modifica, afecta su calidad de vida y tiene un impacto emocional, económico y social”. Por ésta razón se buscan enfoques de tratamiento que permitan a las personas con adicción abandonar la sustancia, pero al mismo tiempo que modifique, desde el aspecto bioquímico y conductual, las causas que provocan y agravan su adicción.

Las drogas no solamente tienen consecuencias negativas para quienes las usan. También se ven afectadas las personas que rodean al drogadicto, especialmente las de su entorno más cercano, como familiares y amigos. No es sólo la vida del drogadicto la que está en juego.

¿CÓMO ELEGIR EL TRATAMIENTO?

Éste debe definirse según la persona, el tipo de sustancia, el ambiente en que vive y sus recursos, internos y externos. No se intenta resolver únicamente el problema bioquímico, sino considerar al individuo y su contexto: su familia y su lugar de trabajo. En definitiva se requiere una terapia multidimensional que procure entrenar nuevamente un cerebro que aprendió algo totalmente anormal, pues la adicción, en última instancia, es una enfermedad de aprendizaje.
La Dra. Medina señala que si entendemos la adicción como una enfermedad y que la recaída forma parte de ella, un tratamiento exitoso no debe medirse sólo por la abstinencia, sino por la disminución de las recaídas, así como de su gravedad y duración.

El tratamiento para la drogadicción tiene como finalidad ayudar al adicto a dejar la búsqueda y el consumo compulsivos de la droga. El tratamiento puede darse en una variedad de entornos, de muchas formas distintas y por diferentes periodos de tiempo. Puesto que la drogadicción suele ser un trastorno crónico caracterizado por recaídas ocasionales, por lo general no basta con un solo ciclo de tratamiento a corto plazo. Para muchas personas, el tratamiento es un proceso a largo plazo que implica varias intervenciones y supervisión constante.

¿CÓMO PREVENIR?

El Dr. Rubén Baler propone la prevención universal:
Evitar todo lo que sabemos que es dañino y tratar de promover y enaltecer lo que sabemos que es positivo.
Todo lo que promueve un ambiente saludable por fuerza va a reducir el riesgo absoluto de abuso de sustancias.

La Dra. Medina agrega que “tenemos que trabajar para que se deje de vender alcohol a los adolescentes”, frenar la disponibilidad de inhalantes y cigarros sueltos. Proteger a los adolescentes de las drogas es fundamental, pues toda la evidencia de salud pública nos habla de un riesgo mayor en ésta etapa.

El cariño y la atención hacia los menores juegan un papel muy importante en la prevención de las adicciones. Si los niños y niñas crecen con amor y seguridad, si tienen confianza para comunicarse, si se sienten comprendidos y valorados, pero además en la familia no hay adicciones, será difícil que busquen el camino de las drogas.

En conclusión, las adicciones son una enfermedad crónica que modifica la química del cerebro proporcionándole una dosis adicional de dopamina.
Que nuestro cuerpo va creando resistencia a las drogas provocando la necesidad de altos consumos de éstas substancias para lograr el efecto que producía  en un principio. 

La mejor manera de prevenir las adicciones es la educación y la información de calidad para nuestra población en riesgo.

Y que afortunadamente hoy en día contamos con tratamientos de calidad que pueden ayudar a la recuperación de ésta enfermedad tan devastadora de nuestra sociedad.



Reflexión:
Como dice el texto en un inicio, todos conocemos a alguna persona que haya enfrentado una recuperación a algún tipo de adicción o bien que aún se encuentre atrapado en las garras de ésta monstruosa enfermedad.
Al leer el texto me he dado cuenta al ser fumadora de que no sólo he acompañado a alguna persona en éste trance sino que además formo parte de esta gran cantidad de adictos a la nicotina que aún nos encontramos atrapados en éste círculo y que es tan difícil dejar de lado, me he dejado atrapar exactamente en la adolescencia, ahora puedo pensar que tuve más de un motivo para tomar mi primer cigarro y los que siguieron después. Lo interesante en éste momento es ¿cómo me deshago de éste mal habito aprendido hace tanto tiempo?, no es la gente que me rodea la que me ha orillado a continuar con mi adicción, ni si quiera a la facilidad que tengo de obtener un cigarrillo, la información acerca de todo lo que puede dañar mi salud también la he tenido desde hace tiempo. Desafortunadamente llega el momento en el que pensamos que éste mal habito forma parte de nosotros mismos pero la realidad es que no define quienes somos, creo que no he tenido una capacidad adecuada para manejar mi estrés y he pensado que tomar un cigarrillo me ayuda a relajar la tensión pero, todo son pretextos para no tomar la decisión definitiva de recuperar mi propia vida y claro está el bienestar de mi bolsillo.


¿De dónde partí para escribir?
La realidad de una sociedad enferma de una u otra manera es lo que me ha motivado a iniciar con la lectura de éste texto, el darme cuenta que hay un sinfín de adicciones a las que estamos expuestos, pero de igual manera todas y cada una de éstas adicciones tienen un origen y una recuperación con el apoyo de la sociedad y de la gran cantidad de personas que han estudiado los efectos físicos de las adicciones.

Artículo publicado en la revista ¿Cómo ves?  en agosto del 2013 No. 177 
Revista de divulgación de la ciencia de la UNAM

Por Verónica Guerrero Mothelet, quien es una periodista, divulgadora y traductora; publica artículos e imparte talleres sobre los nuevos paradigmas de la ciencia.
Colabora en ¿Cómo ves? . Y otras  áreas de la dirección general de divulgación de la ciencia, y como corresponsal para la revista “Nature biotechnology".
Fuente: http://www.comoves.unam.mx
En este articulo la periodista entrevista entre otros a la Dra. María Elena Teresa Medina-Mora Icaza es una psicóloga mexicana. Se ha especializado en epidemiología y los factores psicosociales relacionados con las adicciones y con la salud mental. Es egresada de la Universidad Iberoamericana (UIA), donde obtuvo también la maestría; obtuvo luego el doctorado en psicología social en la UNAM, es experta en adicciones y salud mental, es académica de la Facultad de Medicina y de la Facultad de Psicología, ambas de la Universidad Nacional Autónoma de México, de cuya Junta de Gobierno es miembro desde el 2003. Fue directora del departamento de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría "Ramón de la Fuente Muñiz" hasta el 19 de octubre del 2008; al día siguiente fue nombrada directora general del mismo instituto, en ceremonia que presidió el secretario de Salud Pública, José Ángel Córdova Villalobos.
Es investigadora nivel III del Sistema Nacional de Investigadores y es miembro de El Colegio Nacional, de la Academia Mexicana de Ciencias, de la Academia Nacional de Medicina y del Colegio Nacional de Psicólogos. En el ámbito internacional es miembro de varios comités de asesores de la Organización Mundial de la Salud en las áreas de dependencia de sustancias adictivas y en problemas relacionados con el consumo de alcohol.
También pertenece al Panel Interinstitucional de Prevención de Adicciones de la Organización de Naciones Unidas y a la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes del mismo organismo.
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Elena_Medina-Mora_Icaza

3 comentarios:

  1. Hola Yurico primeramente gusto en saludarte
    solo quiero comentarte que tu actividad del texto muy completo me pareció interesante la forma en que lo desglosaste.

    saludos y adelante con esas ganas de cumplir una mas de tus metas en la vida

    ResponderBorrar
  2. Hola Yurico primeramente gusto en saludarte
    solo quiero comentarte que tu actividad del texto muy completo me pareció interesante la forma en que lo desglosaste.

    saludos y adelante con esas ganas de cumplir una mas de tus metas en la vida

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    1. Hola Alex, mil gracias por tu comentario y por ocuparte en leer mi actividad, éste tema me parece por demás amplio y de suma importancias, espero no te haya parecido tan extenso. Saludo de regreso para ti

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